El sueño se convirtió en una pesadilla de forma brusca y vertiginosa.
Ésa no era la abuela.
Era mi imagen reflejada en un espejo. Era yo anciana , arrugada y marchita.
Edward permanecía a mi lado sin reflejarse en el espejo, insoportablemente hermoso a sus diecisiete años eternos.
sábado, 21 de noviembre de 2009
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